GUILLEM GISBERT NO SABE DóNDE ESTá EL UKELELE DE MANEL

Manel ha sido, con permiso de los mallorquines Antònia Font, el grupo más importante del pop en catalán de los últimos 20 años. Solo así se puede entender que Guillem Gisbert vendiera todas las entradas de su concierto del pasado viernes en la Sala Apolo de Barcelona sin haber publicado ninguna canción y sin haber explicado que iba a sacar un disco. Un trabajo, Balla la masurca! (Ceràmiques Guzmán), que publicó el pasado 1 de marzo y en el que predomina la faceta más intimista de Manel, con un tempo que conecta con Ferran Palau o El Petit de Cal Eril, y con letras —o microrrelatos— marca de la casa.

La decisión de lanzar su carrera en solitario, según detalla en una entrevista concedida a Fuego y Chinchetas, empezó a cuajar tras la frustración pandémica. "Eso nos fue restando energías ,y después de 15 años, no íbamos sobrados. Vimos que igual era mejor explorar nuevos mundos... pero, después de 15 años juntos, para mí hacer canciones era sinónimo de trabajar con esas 3 personas", explica.

"Ha sido muy divertido ver cómo lo hacen otros. Por eso he trabajado con muchos productores", asegura. Y no exagera en absoluto porque en los créditos del disco aparecen Jordi Casadesús (La Iaia), Anxo Ferreira (Novedades Carminha y Sen Senra), Marcel Bagés o Jake Aron, entre otros: "Me apetecía ver procesos distintos, hablar de música y charlar sobre tonterías en el café después de comer. Un poco todo".

Palabras, historias y melodías

La mazurca es un baile polaco que, por supuesto, no tiene nada que ver con su estilo musical. Pero a Guillem Gisbert siempre le ha gustado jugar al despiste, elegir palabras sugerentes y ensalzar lo inesperado. "Es cierto que la mazurca no está viviendo su mejor momento de popularidad", reconoce entre risas. "Pero con el tiempo vas pescando melodías, ideas de arreglo... y también palabras. Esta se cruzó conmigo, la apunté... y ahí se quedó. Siempre lo hago así, hasta que meses o años después, la rescaté en una canción que habla de un artista que llega a la conclusión de que uno de sus grandes objetivos es querer complacer a la gente".

Pero Gisbert no solo colecciona palabras y melodías. También guarda historias, como la que escuchó en un programa de la Cadena SER en los años 90, con Juan Cruz entrevistando al guionista Rafael Azcona, y que 30 años después ha convertido en la canción Un home realitzat. El cantante de Manel, de hecho, siente fascinación por esa época en general y por la Barcelona (postolímpica) en particular.

"La frase "Atletes, baixin de l’escenari" [título del tercer disco de Manel] la dijo Constantino Romero en la ceremonia inaugural de los Juegos del 92, y en otra canción hablo de la muerte de Mary Santpere, que sucedió en septiembre de ese año. Recurro mucho a la belleza, el fracaso y el ridículo de esa época", reconoce. "Es un sitio en el que me interesa estar cuando escribo".

El superpoder del costumbrismo

Otro ejemplo de esa fijación es que en otra de las canciones destacadas del disco (Les dues torres) haya convertido en personajes —condenados a estar juntos— a los dos grandes rascacielos de la Vila Olímpica de Barcelona: la Torre Mapfre y el Hotel Arts: "Siempre me han gustado los topónimos. De joven ya me gustaba que aparecieran nombres de sitios en las canciones y ahora lo uso mucho. Incluso abuso un poco, creo".

Guillem Gisbert asegura que, aunque se lo preguntan a menudo, de momento no se ha puesto a escribir novela porque con las letras de las canciones ya tiene bastante. Pero, ¿detrás de esas pequeñas historias costumbristas solo hay una vocación literaria difícil de disimular, o también un ventajoso escudo protector que le ha permitido sobrevivir al procés sin tener que hablar de política?

"No creo que la actualidad haya condicionado mi forma de escribir. Las letras de Manel, de hecho, han seguido una línea mayoritaria en el pop. Pero los que nos dedicamos a estas cosas podemos elegir qué tipo de personaje público queremos ser. Sobre qué queremos opinar y sobre qué no, así que para mí no ha sido violento ni complicado estar al margen. De hecho, nos gustaba que se hablara de otra cosa", explica.

Sisa, Serrat y The Tyets

Admirador confeso de Jaume Sisa o Joan Manel Serrat, al preguntarle por los nuevos referentes de la música en catalán, como The Tyets, Figa Flawas o Lildami, Guillem Gisbert (42 años) no disimula su curiosidad. "No lo puedo usar todo, pero voy picoteando, pregunto e intento aprender", señala. Musicalmente hablando, de hecho, en Balla la masurca! hay algún atisbo de ritmo latino, mucha canción de autor con toques orquestales, autotune y sintetizadores (¿el eslabón perdido entre Serrat y C. Tangana?), algo de folklore popular (Estudiantina) y hasta reminiscencias de country rock (Les aventures del general Lluna).

Un paisaje ecléctico y sin grandes hits en el que Waltzing Matilda destaca por encima del resto y en el que sigue sin aparecer el instrumento con el que se hizo famoso. "En 2007 todos nos enamoramos del ukele. Fue una moda internacional y nuestro primer disco estaba alineado con esa moda. Pero luego tuvimos que elegir entre ser el grupo del ukelele o un grupo que hacía canciones", explica. "Algún día lo volveré a tocar, seguramente con Manel dentro de un tiempo. Pero todavía no. Ahora mismo, de hecho, no sé ni dónde lo tengo".

Guillem Gisbert sabe que su público, de entrada, es el de Manel. Pero no le gusta repetirse. En su concierto del Apolo, el pasado viernes, tocó una sola canción del grupo (Ai, Yoko) y sorprendió con una versión en catalán del Dry Your Eyes de Neil Diamond (Prou de plors). Un repertorio que, muy probablemente, replicará también en su concierto del próximo 10 de mayo en el Teatro Eslava de Madrid, así como en los festivales Embassa't, Primavera Sound y Vida. "Hasta ahora siempre había subido al escenario con Arnau, Martí y Roger. Pero, aunque a veces les eche de menos, esta gira la voy a disfrutar sin ellos tres".

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